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Prestemos atención al (huevo) Cigoto

Si alguien le hubiera explicado a Jasmuheen (Ellen Grev), la famosa australiana representante de la Inedia, el hecho que ella tiene una firme conexión entre el cerebro y su ADN los esotéricos que andan por ahí sacándose de sus casillas y aquellos interesados alrededor suyo, podrían tomarse más en serio estos procesos en particular. Normalmente la gente en este caso espera a que se muera alguien que se alimenta de Prana y no de fiambres, desarrollando para sí mismo solo irritación como reacción a este tema.

El funcionamiento del cerebro del ser humano moderno crea un montón de subproductos que no absorbe. Resulta que, es bueno si neutralizamos los así llamados “radicales libres”, pero si no lo logramos, sepamos entonces que éstos nos neutralizan a nosotros.

Pero en este caso se trata de una fórmula de interacción del cerebro con el ADN y es importante considerar la anatomía de nuestro seso desde un ángulo distinto. Es que dependemos de la reacción bioquímica de la oxidación en vez de construirla y esto provoca una lucha interna involucrando a todo el cuerpo en esto. No tenemos el control de nuestro organismo y esto en sí ya es un problema. De aquí proviene la alteración de la consecuencia de los procesos relacionados con los nucleótidos. Es decir, no cambiamos nada, simplemente tenemos presente un caos. Los cromosomas no visitan las células recién formadas y debido a que alteramos el ritmo de funcionamiento del cerebro, se altera también la función de los cromosomas.

Las cadenas inferiores obtienen todo a través de la proteína que se nos impone sin darnos cuenta y sin saber absorber de verdad las cadenas superiores. Por ejemplo, la persona mastica en un ritmo incorrecto y altera la calidad de su saliva y eso trae sus consecuencias. O, por ejemplo, cuando tiene una respiración superficial, no natural, donde inhala el oxígeno más a menudo de lo necesario y de esta manera desacostumbra al cuerpo a procesarlo.

Y, al final, cuando privamos al cerebro de la función del Enfoque o simplemente no tenemos estas funciones, nos convertimos en un modelo vegetativo biológico donde toda nuestra vida debe ser considerada desde la posición de las plantas, del objeto biológico mutado, donde uno tiene menos cromosomas en la célula hija que el otro. Todo esto forma un diferente tipo de gente que pronto no necesitará un esfuerzo en el cerebro y este tema no le interesará. En general, es un fenómeno que observamos incluso ahora, aunque sea desde la posición de la comida excesiva y de mala calidad. No hay ni un sólo cerebro que aguantara el estrés provocado por el consumo de tal tipo de alimentos y líquidos, ni siquiera antes cuando se tuvo más o menos un ritmo mejor de vida y ahora entonces, es aún peor.

Así que mientras las personas piensan en la ética del cambio del código del ADN, nosotros ya lo habíamos modificado. Así que el estudio hecho en la Universidad de Zhongshan en Cantón donde lograron sustituir una parte del ADN, parece más un avance científico divertido que verdadero. De esta manera no van a crear un Superman, pero pueden crear un robot súper-biológico. Lo que nos queda en esta situación es conocer el origen, por eso vamos a prestar más atención al (huevo) cigoto.

Отвлечемся на зиготу

El cigoto es la célula de la primera fusión, aquello que engendra la vida. Si no tomamos en consideración sólo aquello que la engendró (óvulos y el espermatozoide) y prestamos atención a la idea misma de la primera fusión, entonces veremos que en el ser humano debe haber un esfuerzo básico de desarrollo. Y es, sobre todo, un esfuerzo que conecta. Es decir, se trata de un esfuerzo en cuyo resultado se puede crear nueva energía. ¿Qué, en nuestro cuerpo es capaz de formar este esfuerzo? Aquello que puede mandarle ordenes, o sea, el cerebro.

Así al tener un enfoque correcto el cerebro forma un esfuerzo de “totipotencia”, es decir, otorgar esta capacidad. Y aquí es importante el mantenimiento de este esfuerzo, dado que el ambiente es más débil y el resultado será su extinción.

Por la misma razón, por ejemplo, en el budismo tántrico forman “la perla” en la cabeza, para que la totipotencia permanezca en un estado constante. Esta energía puede no solo sustituir una parte del ADN, sino que también trabajar diferenciadamente en las cadenas del ADN, o sea simplemente cambiar esta estructura enredada. Es decir, ésta queda en apariencia igual, pero dentro todo se cambia, digamos que se pone en cierto orden.

Después, todo depende del nivel del problema. Si está en el nivel, por ejemplo, de la dependencia de la proteína, entonces se puede cambiar el ADN dentro de la célula, aunque esto es sólo en teoría. Pero esta hipótesis existe gracias a la científica bioquímica Jennifer Doudna, aunque su punto de vista es desde la posición del ARN. Pero, aquí es importante no confundirnos en la comprensión del genoma, de los grupos de ligamentos, ya que se perciben de manera completamente diferente en el mundo científico.

Pero esto tampoco es principal. Lo más importante es que, de hecho, todas las cadenas tienen establecidas una dirección, siendo un polímero tridimensional y nuestra tarea es la de indicar la dirección de las cadenas de ADN y no estorbar el código genético y las enfermedades genéticas, hallando virus con bacterias.

Esto puede tener mayor resultado con las ratas y los monos, dado que su cerebro es estable. Nuestro cerebro es polifacético, se desvía (agita) y, por lo tanto, obedece a cualquier impulso resonante y ya que para nosotros es básico el reactivo – destructivo, el negativo, entonces éste se forma naturalmente en nuestro cuerpo y estamos sujetos a una negación.

Es decir, el negativismo es una condición de la dependencia del cerebro al procesamiento de los procesos destructivos en nuestro cerebro. Y la primera función protectora en el hombre es la búsqueda de la alegría, el gozo, que en realidad es nada más que una función protectora, puesto que el cerebro no toma participación en el estado de la alegría, sino que sólo descansa del negativismo. Pero, por otro lado, sí que siente la irritación y el negativismo. Y para detener los procesos de la destrucción del ADN, hay que tratar de generar algo positivo, un estado sincronizado del cerebro (como pasa, por ejemplo, con las ratas) que no puede ser distraído o desviado por lo negativo.

© Oleg Cherne